martes, 25 de agosto de 2009

Los lugares prohibidos detrás del simulacro de Google Earth



Cámara en mano, dos cineastas han recorrido medio mundo para descubrir qué se esconde en las zonas blancas que no aparecen en el satélite. Mientras, Roger Bernat llena el teatro de 'webcams' y GPS para convertir un escenario en el centro difuso de un planeta globalizado
Son lugares que no existen. Los satélites los vetan del mapa.No tienen cobertura. Desde la selva amazónica a la estepa siberiana hay zonas que se borran deliberadamente del mapa digital. Ya sean instalaciones militares o playas nudistas, edificios gubernamentales o parques naturales asediados por especuladores que construyen urbanizaciones ilegales, hay espacios del planeta que permanecen ocultos. Todo un catálogo de paisajes omitidos. Si el siglo XXI y Google Earth prometen al usuario de Internet ver cualquier punto de la Tierra en un clic, la realidad se encarga de desmentirlo.Algunos artistas denuncian la falacia de un mundo hipertecnológico desde el cine y el teatro.

Los cineastas Isaki Lacuesta e Isa Campo se han armado con sus cámaras para grabar un particular diario de bitácora. Como exploradores modernos han viajado a varios de los lugares que Google Earth oculta. Cámara en mano, los han fotografiado y grabado a ras de suelo. Su proyecto Lugares que no existen. Google Earth está aún en fase de desarrollo. Pero en diciembre llenarán las paredes del Nivel Zero de la Fundació Suñol con dos realidades enfrentadas: las imágenes del satélite contra la película que ellos han grabado en el mismo punto. Además, colgarán su proyecto en Internet y lo editarán en forma de documental.

En su periplo, que les ha llevado de Rusia a Australia, se han llenado de barro y se han quedado sin zapatos al internarse en esos lugares borrados. «Es un error creer que los mapas corresponden a la realidad, al fin y al cabo, no dejan de ser una convención», sostiene Lacuesta.

«Google Earth intenta hacernos creer que tenemos todo el planeta a nuestro alcance. Según esta visión, ya no quedaría ningún espacio en blanco», explica Lacuesta. Y no hay blancos en Google Earth: son marrones, azules, verdes y amarillos pixelados. «Estos espacios han sido recreados de forma virtual, completando digitalmente zonas ignotas, o más frecuentemente, ocultando información de zonas prohibidas a la mirada de los espectadores. Muchos no aparecen por motivos económicos, morales o por necesidades de seguridad», cuenta el director.

Desde un registro muy alejado, el dramaturgo Roger Bernat ha representado el mundo globalizado sobre un escenario, con la obra experimental Rimuski (el nombre de una ciudad imaginaria).«Quería ampliar la superficie del escenario para convertirla en todo el planeta», indica. En Rimuski, cuatro taxistas se meten en la piel de cartógrafos y construyen un mapa de la ciudad desde el coche. A todos se les controla desde la centralita, a través de GPS, webcams y Google Earth. Bernat ha ido más allá del «escenario como lugar de representación» para transformarlo en «un referente de lo que sucede en el exterior» (un referente en el que, además, se cuelan fotogramas de Taxi Driver y del Bronx). «La idea es ir de la refinería de Venezuela a Wall Street, y seguir el trazo del petróleo hasta el barco que llega cargado de fuel al puerto de Tarragona y al taxista que se deja 1.000 euros al mes en gasolina.La obra se desparrama física y conceptualmente. Quiero romper las paredes del teatro, salir a Barcelona y recibir ecos de los cinco continentes», afirma Bernat. En dos años, el experimento de Rimuski ya ha circulado por El Cairo, Moscú, Lisboa y Rabat, además de las funciones en el Grec (en cada ciudad la obra y las historias de los taxistas cambian).

Al margen de la investigación de Lacuesta y Campo, Bernat también está convencido de que el mayor negocio de Google Earth es ocultar ciertos puntos del planeta, las zonas prohibidas por las que nadie pregunta ni se interesa. Salvo unos pocos.


Tras los pasos de Conrad

Todo empezó con Camarón y La leyenda del tiempo. Isaki Lacuesta pasó meses en la isla de San Fernando (Cádiz) para rodar un documental que seguía la estela de Camarón. Allí se dio cuenta de que una de las localizaciones principales del filme, un parque natural protegido frente a la playa de la Casería, no aparecía en Google Earth. En su sitio se extendía un falso descampado.

¿Qué se oculta en la playa de la Casería? Durante años los terrenos fueron propiedad del ejército pero el Ministerio de Defensa traspasó algunas parcelas al Ayuntamiento de San Fernando. A pesar de la Ley de Costas, una promotora compró el espacio y está construyendo un puerto deportivo y, a pocos metros de la playa, seis bloques de hasta 20 plantas de altura. Al lado de los tres edificios que ya se han levantado, aún se podía leer el siguiente cartel: «Por ordenanza municipal. Queda terminantemente prohibida la construcción en esta zona protegida».

Desde Google Earth resulta imposible seguir el progreso de las obras. En su lugar, sólo hay un solar vacío. A partir de esta experiencia casual, Lacuesta e Isa Campo empezaron a navegar por Google Earth en busca de paisajes de aspecto inverosímil.«En algunos casos, se trata de formas geométricas que no se corresponden con topografías naturales o de áreas borrosas, con píxeles de tamaños incongruentes con los del entorno», señala Lacuesta.Sus sospechas sobre censura o manipulación les llevaron a descubrir in situ esas «zonas blancas».

«En el mundo contemporáneo los viajeros se sustituyen por turistas», lamenta Lacuesta. Pero él prefiere seguir creyendo en los exploradores tipo Joseph Conrad. En la época del inglés, aún existían muchos mapas con zonas blancas. De pequeño ponía el dedo sobre esos blancos imaginando que al crecer viajaría hasta allí. Lacuesta y Campo han seguido los pasos de Conrad, pero en versión siglo XXI.

Via :elmundo

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